Aunque en España estamos más que acostumbrados a ver los jamones colgados, es un hecho que sorprende mucho a los extranjeros. Pero, ¿por qué se hace? Hoy en La Casa del Jamón explicamos cuáles son las razones por las que se cuelga el jamón, tanto ibérico como serrano.

Conociendo las razones por las que se cuelga el jamón

Al contrario de lo que muchas personas puedan pensar, el hecho de colgar el jamón va más allá de hacerlo visible al público (aunque también funciona).

En realidad, este acto tiene que ver principalmente con el laborioso proceso de elaboración del jamón.

Cuando los jamones pasan a la fase de secado y maduración, deben almacenarse en sitios con condiciones de temperatura, luz y humedad controladas. Entre otras cuestiones, la ventilación es clave para que las piezas se sequen de manera adecuada.

Por tanto, es imprescindible que los jamones se cuelguen separados entre sí, permitiendo que circule el aire. Éste se encarga de orear las piezas y conseguir los mejores resultados en calidad y sabor.

Además de esto, la forma de colgarlos favorece que la fuerza de gravedad haga su trabajo. Es decir, que toda la grasa que vayan sudando los jamones, escurra hacia abajo.

Es por eso que, en el extremo inferior del jamón, encontramos una especie de sombrerito o paraguas invertido. Su nombre es chorrera y su función es recoger toda la grasa que chorrea o suelta el jamón.

Y en casa, ¿cómo se coloca el jamón?

Muchas veces nos preguntan cómo almacenar y colocar el jamón en casa.

Si no va a ser consumido de manera inmediata, lo ideal es poder conservarlo colgado, en un lugar donde no le dé el sol, pero el ambiente sea seco y se pueda ventilar. Esto es, por ejemplo, una bodega o despensa.

Después, una vez comenzado, el jamonero es su ubicación ideal para sacarle provecho.

Un breve apunte histórico

Una curiosidad histórica hace referencia a la época en la que los judíos eran perseguidos por el cristianismo en España.

Por aquel entonces, para esconder sus creencias religiosas, muchas familias judías cocinaban carne de cerdo y usaban su manteca para los diferentes platos. El sabor y el olor a cerdo demostraba que en esa casa no había judíos.

Un paso más allá era colgar los jamones a la vista de los inquisidores y de cualquiera que pudiese poner en duda sus creencias religiosas.