La producción del cerdo ibérico cuenta con diferentes pases. Una de las más importantes es la montanera, en la que los cerdos engordan con los productos de la dehesa. Lo que no todo el mundo conoce es la existencia de la doble montanera, un concepto del que hablamos hoy en La Casa del Jamón.
Qué es la doble montanera
La doble montanera es un proceso clave en la cría del cerdo ibérico. Contribuye significativamente a la calidad y sabor excepcionales de su carne, especialmente en la producción de jamón ibérico de bellota.
Este método tradicional se lleva a cabo en las dehesas durante el otoño y el invierno, cuando los cerdos pastan libremente y se alimentan principalmente de bellotas y hierbas silvestres.
Durante la primera montanera, que tiene lugar en octubre y noviembre, los cerdos se alimentan principalmente de bellotas caídas de las encinas y alcornoques que abundan en las dehesas.
Esta dieta rica en ácidos grasos insaturados provenientes de las bellotas contribuye a la infiltración de grasa en los músculos del cerdo, lo que le confiere su característico veteado y sabor intenso.
Por su parte, la segunda montanera se desarrolla entre diciembre y febrero. En ese momento prácticamente no quedan bellotas y los cerdos complementan su alimentación con hierbas, raíces y otros recursos naturales disponibles en la dehesa.
Durante este periodo, los cerdos continúan engordando de forma natural, lo que contribuye a la calidad y jugosidad de su carne.
Beneficios del proceso
Por todo ello, la doble montanera es un proceso fundamental para la producción del jamón ibérico de bellota. Garantiza que los cerdos alcancen el peso adecuado y desarrollen la infiltración de grasa necesaria para obtener un producto final de alta calidad.
La combinación de una alimentación natural, ejercicio al aire libre y cuidados especiales durante este proceso resulta en un jamón ibérico único. De hecho, es un jamón de sabor excepcional y textura delicada.
La elaboración del jamón ibérico de doble montanera es un proceso artesanal y meticuloso que requiere un mayor tiempo de curación. Durante este periodo, el jamón se seca y madura de forma natural en bodegas tradicionales, desarrollando sus características organolépticas únicas.
Por tanto, el jamón ibérico de doble montanera es un producto excepcionalmente sabroso. Su sabor intenso y persistente, con notas a frutos secos, especias y bosque, se combina con una textura fundente y aterciopelada que convierte cada bocado en una experiencia sensorial única.